martes, 28 de junio de 2011

Finca La Emperatriz logra un vino blanco de guarda de alta calidad en Rioja

Segunda quincena de Septiembre, 2008, parcela número dos de la bodega Finca La Emperatriz: finalmente, las viejas cepas de Viura de más de 50 años llegan a un punto de maduración idóneo para ser vendimiadas, según informa la bodega.
Manualmente, los vendimiadores seleccionan uvas bajo la atenta dirección del enólogo David González. Cepa a cepa, racimo a racimo, no todas las uvas de esta parcela van a ir destinadas a la elaboración del Finca La Emperatriz Viura Cepas Viejas, tan sólo las de menor rendimiento.
La vendimia vino tardía en 2008, como consecuencia de una también tardía brotación, inducida por las bajas temperaturas registradas al inicio de la primavera.
Las copiosas lluvias que sucedieron a continuación obligaron a David González a mantener un exhaustivo control sanitario en el viñedo. En verano las temperaturas siguieron siendo relativamente bajas, por lo que la maduración fue lenta y condicionó la vendimia, que empezó una quincena más tarde lo habitual.
La climatología jugó, en este caso, a favor del vino, propiciando el frescor y el elevado carácter frutal de este Finca La Emperatriz Viura Cepas Viejas 2008.
Eduardo Hernáiz, quien lidera el proyecto Finca La Emperatriz, tiene muy claro lo que quiere conseguir. Un blanco de guarda, de Rioja, que esté al nivel de calidad del resto de tintos de gama alta que elabora la bodega.
Un blanco que exprese el carácter de este terroir duro y extremo, cubierto por un impresionante manto de ásperos cantos rodados al amparo de las sierras Cantabria y Demanda, en el extremo noroccidental de la DOCa Rioja, que imprime una mineralidad característica a sus frutos.
Un terroir con personalidad propia, marcado además por una climatología de perfil más continental que el resto de la DO.
Fermentación y nueve meses de crianza en barricas de roble americano y francés, y otros 12 meses de crianza en botella hicieron el resto de este Viura Cepas Viejas nacido en 2008 en la parcela número dos.
Densidad y color oro nuevo a la vista; miga de pan, cítricos y melocotón en nariz; y en boca, la mineralidad del suelo envolviendo las notas frutales, volumen y nervio, grasa y frescor.
Un blanco para despertar sensaciones y evocar el secreto de una finca única donde la magia son los vinos y su poder de seducción.

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